Escenarios de novela I. El castro de Salamanca (La tumba del héroe)
Uno de los primeros escenarios que aparecen en La tumba del héroe es el Castro de Yecla de Yeltes en la provincia de Salamanca. En este caso, para que el lugar fuera acorde al desarrollo, narración y avance de la novela, sobre él se han añadido algunos elementos irreales como son: la casa museo donde vive Jorge, los barracones, las excavaciones y la “tumba del héroe”.
El castro, conocido como Castro de Yecla la Vieja, o “el Castillo”, nombre dado por los lugareños, se encuentra en una salida a unos escasos kilómetros del pueblo que le da nombre, Yecla de Yeltes, por la carretera SA-321 en dirección Villavieja de Yeltes; a orillas del arroyo Varlaña, afluente del río Huebra, que es a su vez afluente del Duero. Se trata de una construcción de la Edad del Hierro, siglo V antes de Cristo, habitada originariamente por los Vetones, pobladores prerrománicos de la península ibérica y más concretamente de las actuales provincias de Ávila, Cáceres, Salamanca, parte de Toledo, parte de Zamora y una pequeña zona de Portugal.
Lo más atractivo y conocido del castro es una gran muralla de mampostería de granito seco que en algunas zonas llega a superar los 5 metros de altitud, encerrando en su perímetro un área de unas 5 hectáreas. Alrededor de la muralla principal y por el exterior existen otras más pequeñas que junto con la complicada orografía que ha tallado en profundidad el afluente cercano y las zonas de piedras hincadas, puestas allí de manera bien premeditada, hacen un lugar difícilmente accesible. La gran muralla principal, presenta puertas en embudo, típicas de las fortalezas de su época, una estrategia muy usada para complicar aún más el acceso al recinto de posibles atacantes. Al lado de la entrada sur y en tiempos de los Reyes Católicos se alzó una ermita dedicada a la Virgen del Castro.
En las murallas y en rocas cercanas existen grabados con representaciones principalmente de caballos, aunque también han aparecido algunos de otros animales y en pocas ocasionas figuras antropomórficas.
Se cree que el castro estuvo habitado hasta la Alta Edad Media. A parte de los vetones, por él han pasado los romanos dejando como legado una necrópolis con estelas funerarias y la reconstrucción y modificación de parte de la muralla (siglo III). También dejaron su imprenta los alanos y posteriormente los visigodos que aprovechando los muros de la muralla construyeron viviendas y establos, cuyos restos se pueden observar hoy en día.
Una de las cosas que llama a la atención es el silencio que envuelve al lugar. Si lo visitas escucharás tus pasos sobre la arena, la hojarasca o las bellotas caídas de las encinas. Quizá en la lejanía algún pájaro se atreverá a cantar o sentirás el rumor de un coche o tractor por la solitaria carretera cercana. La soledad del lugar es otro de los atractivos, no es un lugar masificado de turistas, aunque ya empieza a tenerse en cuanta en las guías y libros de turismo. Lo habitual es recorrer la muralla por el exterior adentrándose brevemente por las puertas de la fortaleza y siguiendo extramuros los cortos caminos que indican claramente puntos destacables y con interés. En el interior accediendo por la puerta sur, la primera que se encuentra desde el aparcamiento, se alcanza la ermita que corona lo alto del área defensiva desde el que podrás otear largos paisajes de encinas y peñas.
Sin tener en cuenta la muralla y los restos arqueológicos el paisaje está abierto a la áspera naturaleza: encinas longevas y retorcidas, escobas, matorrales, zarzas, piedras y peñas vestidas con musgo en su cara norte.
En verano el sol cae a plomo y al incidir su luz sobre la tierra y las rocas, la devolverá en forma de brillos sobre sus trocitos de pirita esparcidos sin orden ni causa, adueñándose de tu atención. En invierno serán los verdes húmedos, marrones y grises pétreos quienes dominarán el paisaje, cuando las brumas frías y esponjosas se aparten y las nieves no aparezcan, aunque estás ya poco se dejan ver.
Todo el recorrido está bien indicado, por lo menos en el momento en que escribo estas letras, mediante carteles con textos e imagines explicativas. Si prefieres profundizar más, podrás hacerlo en el museo del Castro de Yecla la Vieja, en la plaza Mayor nº 1 de Yecla de Yeltes (Salamanca).
¡Abrazotes!